ALUMNADO AYUDANTE
Próximamente pondremos en marcha la figura de alumnado ayudante en nuestro centro educativo. Os dejamos un artículo relacionado que aclara muy bien qué finalidad perseguimos.
Alumnos radares de los conflictos: Así logra un instituto atajar el acoso
escolar
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Un centenar de centros educativos en España
implanta el programa 'Alumnos Ayudantes', diseñado por la Universidad de Alcalá
para mejorar la convivencia.
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La
iniciativa se basa en la creación de una red de ayuda entre iguales.
En el Instituto San Juan Bautista (900 alumnos)
hay 44 alumnos ayudantes que han intervenido en casos de aislamiento, anorexia
y suicidios.
Con la sombra de dos suicidios
recientes —Diego y Alan— planeando sobre el sistema educativo, esta semana han
desembarcado las autoridades (ministros y presidentes regionales) con una
artillería de propuestas para frenar la lacra del acoso escolar. Sin embargo,
la herramienta más potente podría encontrarse ya en los colegios. Y no
precisamente estar en manos de los adultos, sino de los estudiantes. Un
centenar de centros educativos de toda España prueban con éxito un programa,
'Alumnos Ayudantes', diseñado por un equipo de investigación pedagógica de la
Universidad de Alcalá que, mediante la creación de redes de ayuda entre
iguales, ha demostrado mejorar la convivencia en las aulas atajando el acoso y
otros conflictos juveniles.
¿Qué es 'Alumnos Ayudantes'? Es una iniciativa que consiste en la
selección de un grupo de estudiantes que actuarán como "radares de los
conflictos" en su entorno. Estos alumnos asumen voluntariamente la misión
de detectar situaciones de vulnerabilidad, riesgo o violencia entre sus
compañeros, a los que ofrecen su ayuda. Cuando la situación resulta
ingobernable, los derivan a otras instancias y recursos, ya sean otros
compañeros del programa, el servicio de orientación o la dirección del centro.
"La clave del éxito está en la elección de los alumnos ayudantes",
sentencia María José Gómez, orientadora del Instituto San Juan Bautista de
Ciudad Lineal (Madrid) y responsable de la introducción hace tres cursos de
este innovador programa de convivencia. "Tienen que ser alumnos
reconocidos por sus propios compañeros. No pueden ser puestos a dedo por los
tutores. Mediante dinámicas de grupo son elegidos los que más confianza
generan. Son aquellos chicos y chicas con los que pasarían más tiempo o a
quienes les confiarían un secreto", añade Gómez.
Detectores de
conflictos
El grupo de investigación pedagógico
de la Universidad de Alcalá que dirige Juan Carlos Torrego es el que está
detrás de este programa de vanguardia. Torrego lo define como "una
iniciativa de mejora de la convivencia a través de fórmulas prosociales y
pacíficas". Este equipo formó a la orientadora del San Juan Bautista y a
las dos entusiastas coordinadoras del programa Alumnos Ayudantes, las
profesoras de inglés y biología. Ambas destacan la valía del grupo encargado de
la detección de conflictos. "Son chicos y chicas geniales, empáticos, voluntariosos,
no necesariamente los más estudiosos, unos tímidos otros muy
sociables...".
A su juicio, "el verdadero
acierto es que se da un papel activo a los alumnos, que son los primeros que
perciben que algo va mal", explica Sandra González, una de las
coordinadoras. "Son muy rápidos. Les valen esos cinco minutos que hay en
el cambio de hora entre clase y clase para ver qué algo está fallando en un
grupo o con un alumno". La orientadora asiente con la cabeza y reconoce
que "muchas veces" los profesores son los últimos en enterarse
"y así es más difícil resolver los problemas". En el San Juan
Bautista estudian 900 alumnos. El grupo de ayudantes lo conforman 44, con
edades entre los 14 y los 18 años. Son casi el doble que el cuso anterior. El programa
está en plena expansión. A sus responsables les gustaría que la labor fuera
rotativa, pero ninguno de los que entran quiere abandonar. Sienten que aportan
mucho en las reuniones mensuales para analizar la convivencia y en las cumbres
urgentes cuando surgen conflictos. Están muy cómodos en su papel de
propagadores de buena convivencia y compañerismo. El instituto les ha dado
formación específica en habilidades de escucha activa, en estrategias de
acercamiento a sus iguales y en técnicas de ayuda. Beatriz López de Quintana,
16 años, es una de ellas. Fue de las primeras en integrar el grupo. De su
experiencia destaca que ha aprendido "a leer mejor a las personas", a
detectar cómo se sienten analizando su lenguaje corporal. "Ahora sé cómo
están con solo mirarles a la cara", explica. Entre los casos más crudos
que recuerda está el de una compañera con serios problemas en su familia.
"Ahí no la podía ayudar, pero aquí (en el instituto) intenté hacerle
sentirse mejor", explica. Aislamiento, trastornos y acoso Alejandro Raya
es otro bachiller, un año mayor que Beatriz, y también ha sido elegido por sus
compañeros para implicarse en este reto. "Es un programa muy bueno en
general para el instituto y particular para el alumno. Te ayuda a darte cuenta
de cómo puedes ayudar con comportamientos muy simples", explica. Lo más
satisfactorio que le ha ocurrido es percibir en la mirada de un compañero que
ha entendido que su comportamiento "puede estar haciéndole daño a
otro". Dice que se sintió "muy orgulloso". A lo largo de los últimos
tres años, el equipo de 'Alumnos Ayudantes' del San Juan Bautista ha lidiado
con casos de severo aislamiento —el 60% de los alumnos de primero de
bachillerato son nuevos cada año—, un intento de suicidio que, afortunadamente,
terminó en llamada de atención, con la detección temprana de trastornos
alimenticios y ha truncado casos de acoso escolar incipientes.
"Comprobamos que funciona,
porque en las clases de primero de la ESO donde no existe esta figura, porque
los chavales son nuevos y aun no se conocen, todos los años tenemos conflictos
con que lidiar desde la dirección. En cursos superiores, gracias a los propios
alumnos, no pasa tanto", destacan en el instituto. Una intervención
temprana Las nuevas tecnologías, sobre todo las redes sociales y el whatsap,
suponen el mayor reto actual para los alumnos ayudantes. Es un terreno
difícil."Pero es increíble lo que consiguen", presumen las
coordinadoras, "han logrado que un alumno previamente excluido sea
integrado de nuevo en el grupo de whatsap de la clase". Lo consiguen
"porque hablan con sus acciones. Son alumnos respetados que si ven a una
persona que ha sido excluida por sus compañeros, van y se sientan con ella. Eso
hace que el resto de la clase perciba que no pasa nada". El profesor
Torrego, diseñador del programa, no entiende que la mayoría de las medidas del
plan contra el acoso escolar del Ministerio de Educación no cuente con la
participación de los principales afectados, los alumnos. Torrego defiende que
la implicación de estos estudiantes en la mejora de la convivencia reduce el
acoso. Tres prestigiosas universidades de EE UU (Yale, Princeton y Rutgers)
acaban de publicar estudio en ese sentido. Han comprobado en 56 escuelas de EE
UU como un programa similar que impulsa la implicación de estudiantes
"socialmente influyentes" en la propagación de mensajes de concordia
ha rebajado en un año un 30% los casos de acoso escolar. Como dicen en el San
Juan Bautista, no existe un centro educativo con cero situaciones de conflicto.
"Pero si se toman las medidas precisas, se está alerta y se asumen
programas de prevención temprana de vanguardia se reducen".